Un nuevo estudio revela que las bacterias intestinales de personas sanas con riesgo genético de Alzheimer muestra señales tempranas de alerta antes de que aparezcan los síntomas.
¿Y si tu intestino pudiera alertarte sobre el riesgo de Alzheimer antes de que el cerebro muestre el menor síntoma? Así lo sugiere un estudio reciente en el que participaron investigadoras de la Universidad Europea, que descubrieron que ciertos cambios en la microbiota intestinal pueden asociarse con el gen APOE4, el principal factor genético de riesgo para esta enfermedad neurodegenerativa.
El hallazgo abre nuevas posibilidades para detectar y prevenir el Alzheimer en etapas muy tempranas, incluso en personas que aún no han manifestado síntomas. Además, confirma algo que la ciencia ya venía intuyendo: el intestino y el cerebro están más conectados de lo que pensábamos.
La relación intestino-cerebro en el Alzheimer
Desde hace algunos años, la comunidad científica habla del “eje intestino-cerebro”, una compleja vía de comunicación entre ambos órganos que influye en procesos tan diversos como el estado de ánimo, la inflamación o el envejecimiento neuronal. Ahora, un nuevo estudio suma evidencia de que este vínculo también podría ayudarnos a anticipar enfermedades como el Alzheimer.
La investigación, publicada en AMB Express, analizó a 77 adultos sanos de origen español y encontró diferencias significativas en su microbiota intestinal según tuvieran o no el gen APOE4. Las personas con esta variante genética mostraban una composición bacteriana distinta, con menos bacterias beneficiosas y más especies poco conocidas, lo que podría afectar la salud cerebral.
¿Qué encontraron exactamente en la microbiota de riesgo?
Los portadores del gen APOE4 tenían hasta cinco veces menos cantidad de bacterias del género Megamonas, que tienen efectos antiinflamatorios y ayudan a producir triptófano, un precursor de la serotonina clave para la salud cerebral. Al mismo tiempo, se detectó una mayor presencia de bacterias del género Puniceicoccaceae, cuya función todavía se desconoce por su difícil cultivación en laboratorio.
Lo más relevante es que estos cambios se observaron en personas completamente sanas. Es decir, no eran consecuencia del Alzheimer, sino que podrían precederlo, actuando como señales de alerta temprana. Este hallazgo refuerza la idea de que la enfermedad comienza mucho antes de que se note, y que la microbiota podría ser una clave para detectarla a tiempo.
No es una sentencia: genética, hábitos y prevención
Tener el gen APOE4 no significa que alguien desarrollará Alzheimer. De hecho, muchas personas con esta variante nunca llegan a enfermarse. Lo que sí sabemos es que su presencia aumenta el riesgo, especialmente si se heredan dos copias del gen (una de cada progenitor).
Por eso, las investigadoras insisten en que “no heredamos un destino inevitable, sino una predisposición que puede modularse con hábitos saludables”. Una alimentación equilibrada, ejercicio regular y una vida intelectualmente activa son algunas de las herramientas más eficaces para proteger el cerebro y, de paso, mejorar la salud intestinal.
Inteligencia Artificial, genética y medicina personalizada
El futuro de la prevención del Alzheimer parece orientarse hacia un modelo más personalizado, donde se integran datos genéticos, estilo de vida y microbiota. Herramientas como el Polygenic Risk Score (PRS) permiten combinar múltiples variantes genéticas con otros factores para crear modelos predictivos más precisos.
Además, tecnologías como la Inteligencia Artificial podrían ayudar a interpretar estos datos complejos y ofrecer recomendaciones adaptadas a cada individuo, desde pautas alimentarias hasta posibles suplementos que fortalezcan la microbiota. Este enfoque multidisciplinar, conocido como medicina de las 5P (Predictiva, Preventiva, Personalizada, Participativa y Poblacional), apunta a intervenir antes de que aparezcan los síntomas, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas en riesgo.
Conclusión: un cambio de paradigma en la lucha contra el Alzheimer
Este estudio representa un paso más hacia una medicina que no solo trata, sino que previene. Detectar cambios en la microbiota intestinal en personas con riesgo genético de Alzheimer podría abrir nuevas vías de intervención temprana, incluso años antes de que el deterioro cognitivo se haga evidente.
En lugar de esperar a que aparezca la enfermedad, la ciencia trabaja para anticiparse a ella. Y en esa misión, el intestino —ese “segundo cerebro”— podría ser uno de nuestros mejores aliados.
Fuentes:
- Universidad Europea
- AMB Express — “Exploring the relationship between APOEε4 allele and gut microbiota composition and function in healthy adults”
- Declaraciones de María del Rocío González, Mariangela Tabone y Sara Clemente, Universidad Europea